POR FABIO R. HERRERA-MINIÑO
La inercia del gobierno para hacerle frente de verdad y con autoridad a la situación creada por el ascenso continuo del nivel del lago Enriquillo ha sido frustrante, cuando miles de seres humanos se sumergen en la incertidumbre de vivir en una mayor pobreza o emigrar.
Las tradicionales tareas agrícolas en torno al lago se han visto mermadas frente al ascenso del nivel de las aguas, que alguna vez se estabilizaron en torno a los 45 metros por debajo del nivel cero de la superficie del mar, y ahora, es posible que se encuentre en torno a 38 metros , cubriendo cultivos, carreteras y hasta casas.
Casi sin quererlo, y por los reportajes que se están publicando en este diario para crear conciencia de la peligrosa situación que afecta a tantas poblaciones del entorno del lago y también del Azuei en el lado haitiano, y también por empujones y presiones sociales, el Gobierno está asimilando la realidad que atraviesa la región suroeste y “amenaza” con iniciar acciones, en donde la reubicación de las carreteras al sur y al norte del lago, es una prioridad para garantizar la comunicación de la región y hacia el vecino Haití.
Las formidables crecientes milenariasdel río Yaque del Sur, arrastraba miles de toneladas de rocas, tierra y troncos de árboles, para desembocar en la bahíade Neyba, pero chocaba con la barrera de coral que impedía entonces, e impide ahora, un desagüe libre; por tanto se fue tapando ese canal que existía entre esabahía y la de Puerto Príncipe (Gonaives) para dejar atrapado un gran volumen de ese brazo de mar convirtiéndolos en los lagos Enriquillo, Azuei y la laguna de Rincón o Cabral.
Los dos lagos principales, con su peculiar nivel con relación al mar, registran una gran evaporación diaria que contribuía a estabilizar su nivel por debajo del nivel del mar. En el lado haitiano, otro movimiento telúrico, precisamente en la zona donde se produjo el epicentro del terremoto del año pasado, cerró el paso por Puerto Príncipe para formar los dos lagos, que pese a su gran belleza, constituyen hoy en día un severo dolor de cabeza para los dos gobiernos de la isla.
Al subir el nivel del lago se ha ido extendiendo su superficie que ya ha sumergido unos 200 kilómetros cuadrados de tierra que eran de labor agrícola, pecuaria, de viviendas y carreteras. Aparte de la ayuda social para miles de pobres habitantes de la zona, el gobierno dominicano debe, en primer lugar, relocalizar el tramo de carretera Neyba-Jimaní que está por debajo del nivel del mar y llevarla a las estribaciones sur de la sierra de Neyba, de manera que tanto Jimaní, a unos 22 metros sobre el nivel del mar y Neyba a unos 10 metros sobre esa cota, aseguren su existencia a cualquier eventualidad, comola ocurrida en 1893 cuando el nivel del lago fue de unos 60 centímetros sobre el nivel del mar, pero ya en 1900 el nivel era de 40 metros debajo del nivel del mar. Igual importancia tendría la nueva carretera de Duvergé a Jimaní, la cual aseguraría la comunicación internacional de los dos países de la isla.
No solo es necesario reubicar carreteras y poblaciones por debajo del nivel del mar, sino que se deben salvar a las especies autóctonas de la fauna, como las iguanas, aves y los caimanes, ya que si el nivel del agua sigue subiendo, la isla Cabritos desaparecerá, sumergida en el fondo del lago.